
Es tendencia, es moda, y en su justa medida interpretado con sensatez, recurrir a
productos de proximidad supone un acto responsable al minimizar la huella
ecológica del transporte y fomentar a los pequeños productores locales que tan
importantes son en su labor de producción y cuidado de nuestra salud mediante la
alimentación.
Esto afecta por supuesto a los productos no elaborados, y como dijimos en el
apartado anterior, con especial relevancia a la producción de materias primas de
cercanía. No obstante, muchos elementos procesados, por ejemplo desde el azúcar
a la canela, también pueden ser elegidos en proveedores de cercanía.
De nuevo tanto podemos argumentar criterios ecológicos y de sostenibilidad, como
la creación de valor y puestos de trabajo en nuestro entorno cercano.
Comparto contigo un ejemplo que quizá te sorprenda, lo descubrí recientemente
asistiendo a un congreso en Madrid. Habrás oído hablar del concepto de la economía
circular, como esa donde no existen los residuos o desperdicios y los subproductos se
aprovechan para crear algo nuevo.
En este congreso la Doctora Abellán,expuso una ponencia donde habló de un nuevo
método para creación de harinas que pueden usarse en la elaboración de pastelería.
En este caso, de origen animal, más concretamente procedente de un tipo de mosca
que se alimenta de residuos de frutas. Al tiempo que se reducen los desperdicios, se
alimenta la mosca de un modo sano e higiénico, y mediante una serie de procesos
de producción se termina obtieniendo una harina de interesantes propiedades y
sabor, y de igual forma grasas que podrían ser usadas en industrias varias.


Existen determinadas enzimas ,como la peptinasa, que se usan para maximizar el
rendimiento al producir jugos naturales ya que logran degradar la peptina,uno de los
principales componentes que forman la pared celular de los vegetales y
determinadas cáscaras de frutas, lo que permite que el lugar de ser desperdicios o
residuos, pasen a ser un subproducto reutilizable en otros procesos.
De este modo ,los beneficios son reducción de tiempos y costes de producción, aumento de
la gestión de residuos y mejora de las propiedades de los productos.
Eso son sólo un par de ejemplos de lo que se denomina Consumo Responsable, y es
que todos tenemos un poquito de responsabilidad con nuestro medioambiente,
también cuando elegimos que comprar o consumir.
